Luego seguimos con poesía:
Fusión poética "Nuestros Artistas"
Luego seguimos con poesía:
(Obvias) Conclusiones de una tarde de acción poética
- El malecón2000 es propiedad privada (no sé bien de quién pero es un centro comercial abierto)
- A la mayoría de las personas que pasean un sábado por el malecón no les interesa la literatura
- Hay bastantes fanáticos religiosos en gye (fui bendecido por uno y aun no sé si pretendía defenderme o apoyaba a los de seguridad)
- Un joven y un cartel no atraen nada (más que miradas extraviadas de curiosidad)
- Un joven, un cartel y un guardia/policía atraen mucha atención, la misma que sube el rating de En carne propia
- Los argumentos para botarnos del lugar pasaron de la invocación de reglas/leyes (nunca [de]mostradas) a los sentimientos de culpa e intentos de 'juegos psicológicos'
- Cualquiera puede usar una camiseta con una frase obscena pero no cualquiera puede colgarse un cartelito con un verso de Huidobro (en el sentido de que lo segundo atenta a los 'gustos' de los paseantes)
- Un verso en una camiseta no hace daño a nadie, un verso en un cartelito llevado junto al pecho constituye una manifestación o teatro callejero o publicidad y atenta contra las normas de convivencia municipales
- Los guardias/policías están más preocupados de perder su trabajo que de hacer cumplir normas absurdas.
Por Miguél.
Reuniones literarias ambulantes
¡OH, CÉSAR! ESTO TAMBIÉN PASARÁ
Primera práctica del "cadáver exquisito" del Grupo Literario "Los del Cerro".
15 de abril de 2011
¡OH, CÉSAR! ESTO TAMBIÉN PASARÁ
¡Oh, César! Como puedes creer en la mentira de Yessenia,
Que barbarie saber que yo digo la verdad,
ella es una bruja, te ha hechizado.
El viento, el sudor mojando la transpiración de la noche
Noche, nochera, noche
Luna blanca con manchas,
Vida blanca con manchas.
Componiendo con el inconsciente colectivo,
Con nuestros lugares comunes iluminados,
Caminamos hacia donde desconocemos.
Y caminar sin parar, sin descansar hasta paralizarse
Eso le hace feliz y escapar de un mundo sinsentidos
Con gente sin conciencia.
A veces no sabe dónde ir y su mente vuela recorriendo el mundo.
Si estás triste escribe, si estás en situación difícil escribe,
Si me extrañas, llámame…y escribamos juntos una historia jamás contada al mundo.
Y el aquelarre de letras se bañó de moralina
Autocomplacencia: estos gemidos no mataron a Dios.
Y yo pretendiendo darle el último salmo al muerto
Y tú con cosquillas queriendo que resucite
¿Por qué? Yo busco el punto final, mi querido compañero.
¿Por qué? No hay respuestas, se murió la Verdad; no la evites.
Escribo para exorcizar mis demonios y vomitar mis dolores para
Resurgir de las cenizas y nacer de nuevo.
Los sucesos inexplicables de toda vida
Son lo más divertido, mas enseña cosas.
El resplandor, cual mirada, cual viveza, cual grandeza,
Hace que se paralice todo y sólo deseo seguir, seguir, como un niño en el agua.
Y recuerda, ¡que esto también pasará!
Los niños tienen los pies bonitos (por Hazel B)
Más abajo de la cintura, Cristo se quiere celebrar.
De la semilla, semental.
Chinoy - Que salgan los dragones
Nunca tuve la costumbre de llevar un diario, aun cuando dedicaba buena parte de mi tiempo a repasar en mi pensamiento los sucesos que transcurrían hora tras hora. Podía hacerlo donde fuera que me encuentre: al lavarme los dientes, al bañarme, mientras iba en el colectivo, y antes de dormir, sobretodo. Siempre estaba al tanto de lo que mi cuerpo sentía y lo que mi mente tramaba, sin embargo nunca se me ocurrió dejarlo por escrito. Pudo haber salido alguna buena historia de todo eso, sin duda. O tal vez no, mi vida no fue más que una sucesión interminable de momentos perfectamente evanescentes y muchas veces rutinarios. Es probable que nadie lea esto y si lo hicieran no cambiaría nada, esto ni siquiera me representa pero es un alivio deshacerse, al menos simbólicamente, de aquello que pasó, y dejarlo en la Tierra.
Todo tuvo lugar en no más de un día, un sábado para ser más precisos. No llegué bajo presión, me gustaba lo que hacía y con quién lo hacía. Al principio sentí cierto pudor cuando empezamos a conversar, aunque era yo quien hablaba la mayor parte del tiempo. Nada era convencional, ni el lugar donde estábamos ni la conversación que manteníamos ni las miradas que se cruzaban entre los dos. Recuerdo que ese día se cumplían dos meses desde la primera vez que nos vimos, generalmente otras personas no duran tanto o acostumbran a hacerlo una vez y ya. Conmigo era diferente, te lo aseguro, sentía un compromiso con lo que hacía, y una gran necesidad también. El hecho es que aquella vez empecé, como era habitual, a contarle lo que había vivido durante la semana. Me miraba fijamente y de vez en cuando hacía una mueca extraña que tomé por una sonrisa. Cuando hube acabado de contarle mis cosas, se levantó y me tomó de la mano, dijo que esta vez debía olvidarme de las penas y debía en cambio sentir más la felicidad de vivir, eso fue lo que dijo. Agarrados de la mano entramos a su cuarto e inmediatamente me sentó en una esquina de la cama. Yo no sabía qué decir, sentía una incomodidad terrible a pesar de la confianza que le tenía. Mientras cepillaba mi cabello con una mano, con la otra agarró mis piernas y las puso sobre su regazo, me sonrió y procedió a sacarme las sandalias. Pasó su mano muy lentamente por mis dedos, mi pie, mi pierna -las caricias se detuvieron un momento-, me miró y en seguida siguió hasta que llegó sobre mi vientre. Todo estaba en silencio, era como si hubiera desaparecido el universo entero y quedásemos solo los dos, rodeados de una oscuridad angustiante. Fue en ese momento que tocaron a su puerta. Me asusté y me incorporé enseguida. Me empujó detrás de la puerta y escuché a alguien que dijo:
- ¿Qué haces aquí? Ven rápido a la capilla que llegó un tal Ramón para confesarse.
- En seguida, señor. Ya voy.
Cerró la puerta y dirigiéndose a mí dijo:
- Puedes irte ya, no olvides hacer tus oraciones esta noche.
Lo vi alejarse y alcancé a escuchar que le decía a otro de los sacerdotes recién llegados:
¡vaya que los niños tienen los pies bonitos, eh Manuel!
Aun tengo fija la imagen de él entrando a la capilla con una carcajada mientras el otro se quedaba con una mueca extraña en la cara. Ha pasado mucho tiempo desde aquel día y sin embargo aun escondo mis pies de la mirada de la gente, pero son ellos quienes esta tarde me guiarán a través del río y todo acabará, al fin.
" El parecido"
Recuerdo como me hablaba de la biblia, recuerdo sus dulces manos golpeantes.
Sólo pienso y me tiemblan las piernas, ruego que no se me acerque, me invade la razón y
la coherencia... ¡No puedo resistir!
Nunca más seré un segundo en las vida de otros, toda la vida me espera,
toda la vida la esperare, sé que un día cambiará de forma, y será otra realidad.
Pero, por ahora sólo me causa temor,
me resulta caprichoso que te presentes como la anterior a ti.
El parecido es asombroso.
"Los Perros del Camino...": "Veterinarios y vecinos..."
Porque dormirlo me pregunto aun?
Sade Zanahoria
Tengo mi cuerpo congelado
esperando que lo derritas
no existe abismo entre tú y yo
¡Quiero!
nuestras pestañas enredadas
respira mi CO2,
para que te mueras por mi,
y tu alma me hale los pies
por las noches frías
que no pueda dormir
Con tu encendedor
arde la punta del tabaco
no botes nunca el humo
pásalo a mi interior
con un beso pegajoso
de tus labios pueriles
rogando una mordida
para qué celarte tanto
si todos mueren en su ley
tu mirada sólo corresponde
a mis ojos,
aunque parezca utópico
la única razón es
que soy adicto a tu piel
con tu mano toma una bala
tírala en mi pecho con fuerza
líbrate de mi dulzura
que te agrede
como chompa ortigada
no tengo la culpa
que tu olor ame mi nariz
Nada en el lago de mi cuerpo
ahógate,
para darte mi alma con mí aliento
Nefelibatas (por Hazel B)
Julián tiene un porte de atleta, producto de una infancia a base de plátano y plátano, y algo más de plátano ecuatorial. Su nombre bonito siempre anda solo, se esconde de su apellido trazado por el prejuicio, demasiado vulgar como para nombrarlo. Una década y un lustro vieron pasar a Julián bajo el sol, faenando al son de las olas en algúna playa adornada de selva. La gran ciudad se vislumbraba como su gran esperanza, lo sigue siendo, solo que con la máscara de la tragedia y un carpe diem miserable y hambriento de un mejor destino. Julián no fuma, al menos no en el sentido corriente del término, él fuma hierba seca en hojas de biblia, y si la ocasión lo amerita, adorna su marihuana en zanahorias, manzanas y talvez en cierta construcción de papel de aluminio que se atreve a llamar pipa.
El año es el 2010. La ciudad se explaya bajo el sol en todo su esplendor, cientos de metros de tubos de aluminio se codean con miradas tristes, bocas alegres, gente vendiendo, gente comprando, todo al son de los coches cayendo en baches, niños saltando grandes charcos de agua (que no precisamente cayó del cielo) y cierta nube gris que se aproxima con velocidad sempiterna.
El día es caluroso y las personas van aprisa pero los vehiculos no, así como la lengua viaja más rápido que la mente. Los aparatejos de cuatro ruedas se rozan, chocan, y se coquetean entre sí. Al pie de un cerrito que sostiene un centro de estudios Ana espera un taxi, aquella mania de alquilar un carro para llegar más rapido, ya que no se acostumbra a la versión sudorosa del metro de New York. Al mismo tiempo Julián recorre cierta avenida que rememora cierta independencia y lo hace moviendo sus piernas como si corriera, porque está corriendo, y atrás suyo corren dos más. No es un juego, o talvéz si, pero no hay tiempo de pensar en ello. Julián los deja atrás sorteando los carros y tirando al suelo al joven que balanceaba tres machetes que emitían grandes destellos azulados, uno de ellos fue a parar a la cabeza calva de uno de los perseguidores de Julián.
Ana finalmente toma un taxi, lo mira como si mirara a un pretendiente o a una cucaracha, da su dirección y ofrece un precio, el chofer la mira con ojos de lascivia y da su valor, Ana acepta y sellan el pacto. Ella duda antes de subirse y opta por el asiento trasero, queriendo pensar que por seguridad pero lo hizo por vanidad y querer estar lo más lejos posible de esa mirada lujuriosa. Ellos avanzan por la avenida, cruzan el puente sobre el río que apesta y están prestos, al menos el taxista sí, a virar en la primera transversal cuando divisaron cierto tumulto más adelante.
Julián volteó la cabeza una vez más y agradeció a la Santa María de haberla librado de sus malhechores, abrazó bien su botín y su trueno y con la convicción de un ejecutivo gubernamental subió al primer vehiculo que se le cruzó y amenazando al rechoncho y asustado conductor le pidió que por su puta madre no detenga el vehículo por ninguna razón hasta nueva orden.
Ana y Julián nunca se conocieron, ni lo harán. Por extrañas coincidencias de la vida se habían cruzado varias veces por la calle en el transcurso de su existencia, sin siquiera reparar en la presencia del otro. Hoy lo hicieron de nuevo.
El dia se marcaba hermoso con las nubes de lluvia a los costados y un gran sol canicular en el centro de un cielo azul como nunca antes se vio.
Ana y Julían cerraron sus vidas en un abrazo de acero, caucho y cristales rotos. Ellos volaron sobre alas ajenas. Ella selló sus anhelos con alivio, al fin y al cabo nunca quiso ser parte del espectáculo. Él nunca consiguió lo que su esperanza le deseaba, talvez porque eso nunca existió. Hoy murieron, mañana serán portada de cierto diario, el dia después de mañana sus almas gritarán en calma y en el infierno donde crecieron reinará la desesperanza, como siempre.
Poros
secaré lágrimas y sangre que sale de los poros.
Dentro de mis poros la vida duerme
Entrevista

Reuniones 2011

Primera Reunión

16/05/2009