Bar

Posted: jueves, 3 de septiembre de 2009 | Publicado por Andrés Lalé |



La luna escala las nubes
al mismo tiempo que cae el alba.
Los cuerpos se excitan y salen de sus casas
para deambular en el pavimento oscuro por la penumbra

En peculiares sectores las casas encienden colores
sin necesidad que sea navidad
jadeando cerca de las casas luminosas
las feromonas incitan y se dejan percibir
por el mínimo olfato fino de los seres noctámbulos

Los seres humanos entran
iluminándose sus caras en el ocaso interno;
mientras las mujeres pintan sus piernas y pechos
los hombres las someten con sus miradas,
en aquel momento: la fusión de ambas tentaciones,

Paralelamente se acercan el hombre y la mujer
se convergen en sus perversiones
pero no lo hacen, el hombre no lo ve prudente
y la mujer no quiere darse fama de zorra,
él da la iniciativa solo con el hecho de mirarla,
ella parece no mirarlo, solo lo hace a cualquier lado
cuando la hembra gira su rostro, ¡lo ve!
él cual fuere una olla de testosterona hirviendo.

Le insinúa un trago, sin dudarlo lo acepta
en medio de la marea de gente ellos están anclados
siendo el todo solo plantas y viento
cuando el beso entra a actuar en la escena
la mano improvisa una tocada de tetas
el termómetro invisible bajo la lengua de ella sube su temperatura

La oscuridad es casi tangible, y ellos se sienten solos
Esa música bohemia parece escucharse desde muy lejos
no solo una mano está en la teta,
la otra entra por un espacio entre las piernas y la falda
a la vez el rostro masculino se imanta al hierro femenino
para llegar a chupar el labio inferior sabor a cereza cosmética

Labios ajenos chupándose mutuamente,
singular mano copada de convexa forma,
inesperada insatisfacción femenina
como serpiente “mansa” acariciada dudosamente
pero esta no muerde al cuerpo si no al ego

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